martes, 1 de octubre de 2019

Caspe (Zaragoza)Aragón

Tiene una población de 9 748 habitantes (INE 2019) y su término municipal, de 503,33 km², es el cuarto más extenso de Aragón.

Obtuvo el título de ciudad en el siglo XIX, a raíz de los destrozos sufridos en las Guerras Carlistas, por concesión de la reina Isabel




Avenida Compromiso de Caspe



Colegiata de Santa María la Mayor del Pilar 
Es, con diferencia, el edificio más monumental de Caspe. Constituye uno de los ejemplos más notables del gótico purista en Aragón, todavía influido por el estilo cisterciense. El templo consta de tres naves, siendo la nave central la más ancha y alta, toda ella cubierta por bóveda de crucería. Fue consagrada por Adriano VI en 1522 y anteriormente, en 1412, se celebró en ella la misa de proclamación del fallo del Compromiso de Caspe. Situada en la zona más elevada del casco urbano, formaba parte de una acrópolis organizada por la Orden de San Juan que comprendía la iglesia, el castillo, a día de hoy ya restaurado con motivo de la conmemoración del VI centenario de la celebración del Compromiso de Caspe, y el convento. En 1936 se destruyeron los retablos y los dos soberbios sepulcros góticos de la Colegiata, incluido el del gran maestre Juan Fernández de Heredia. Actualmente en su interior se custodia la Vera Cruz de Caspe, una de las reliquias más importantes de la cristiandad; se trata de uno de los fragmentos más grandes de la cruz en la que murió Cristo (Lignum Crucis). En 1908 el atrio de la iglesia fue declarado Monumento Nacional y en 1931 el conjunto de la Colegiata fue declarado Monumento Nacional.
Iglesia de San Agustín
Formaba parte de lo que fue el Convento de San Agustín de Caspe. Concluidas las obras en 1623, es un ejemplo de arquitectura ordenada y funcional que sigue el canon del modelo monástico del siglo XVII. El claustro es el elemento principal del conjunto.

Situado frente a la estación de ferrocarril se emplaza el Convento de Santo Domingo, cuya iglesia está completamente en ruinas. Durante la Guerra de la Independencia fue hospital militar, cementerio, prisión y fortaleza. De nuevo fue hospital de sangre en la Guerra Civil, quedando abandonado definitivamente en 1978.


Ermita románica de Santa María de Horta (siglos XII-XIII).

La Ermita de Santa María de Horta (rescatada del embalse de Mequinenza y reconstruida en lo alto de un cerro que domina Caspe) es una construcción románica. El templo fue erigido por gentes del poblado de Miralpeix en estilo románico de carácter popular entre finales del siglo XII o principios del siglo XIII. Está construido en sillería y posee una planta alargada en forma de ojo de cerradura, dividida en cinco tramos.32​Conocida también como Santa María del Fondón, por su ubicación primitiva, posee un interesante ábside semicircular con modillones en nacela.

En las calles de Caspe se conservan varias ermitas, como la de Santa Quiteria (1648), la de Montserrat —destruida durante la Guerra de la Independencia pero reconstruida en el siglo XIX—, la de la Magdalena (1790) y la de Balma (1843). En el Barrio de La Muela, el más antiguo de Caspe, se encuentra la Ermita de San Indalecio, templo barroco del siglo XVIII, que consta de un espacio central de planta cuadrada cubierto con cúpula hemiésferica sobre lunetos iluminada con linterna.

 Torre de Salamanca
La construcción del fuerte se inició en 1875 por orden del general Manuel de Salamanca Negrete debido a la necesidad defensiva de la población ante las Guerras Carlistas. Su estructura recuerda a los antiguos castillos medievales y su financiación se realizó fundamentalmente a costa de los contribuyentes locales.
Forma parte de una serie de fortines distribuidos por montes y riscos, principalmente en el Bajo Aragón, que constituían una eficiente red de comunicación. Desde sus cubiertas se trasmitían señales con fuego, espejos o banderas entre los diferentes fortines, comunicando extensos territorios entre Zaragoza, el Maestrazgo y Castellón.
Actualmente es sede del Museo de Heráldica.
El fuerte se alza sobre un espolón conocido como «Cabezo de Monteagudo», situado en un extremo de la población. Aunque fuera erigido por el ejército, el edificio goza de un aspecto sugerente, revelando cierta intencionalidad artística dentro del marco de la ingeniería puramente militar. Proyectado y construido con medidas exactas —es de planta rectangular de doce por ocho metros—, la época romántica en que fue construido se deja notar; sus almenas están esquinadas y perfiladas como palaciegas, y posee unos baluartes curvos en los lados que forman en planta un trébol de cuatro hojas.

El interior del edificio es evocador y armonioso pese al reducido espacio. Desde el centro de la estructura principal nace un torreón cuadrado, de cuatro metros de lado, destacando en altura del resto de la construcción. Posee aspilleras de fusilería a las que se accede a través de una galería corrida.

El embalse de Mequinenza o «Mar de Aragón» es un entorno de gran riqueza faunística y paisajística. Se extiende desde Mequinenza hasta las proximidades de Sástago, subiendo por el antiguo cauce del Ebro. Diversas instalaciones permiten la práctica de numerosos deportes acuáticos y terrestres, pero es la pesca la actividad estrella en este ecosistema. Caspe es la capital europea del black bass o lubina negra, y pescadores de Europa y América se desplazan anualmente a esta ciudad para participar en concursos nacionales e internacionales. Durante el primer fin de semana de cada mes de octubre se celebra el Campeonato Internacional de Pesca del Black Bass, el de más prestigio de todos los celebrados en Europa.

Otra especie acuática, el siluro, por su gran tamaño de difícil y fatigosa pesca, es muy apreciada por los no iniciados. Es interesante constatar que tanto el black bass como el siluro son especies de reciente introducción. No obstante, la carpa, el carpín y el alburno son los peces más abundantes y los más pescados, tanto de forma espontánea como en competición. Se piensa que las aguas que almacena el embalse contienen más de 50 millones de peces

Monumento a las brigadas internacionales














 Castillo del Compromiso, 
Su origen se debe a los caballeros de la Orden del Hospital. Durante años el recinto se utilizó no sólo como castillo sino también como convento, junto con la vecina iglesia de Santa María. En el siglo XIX el castillo casi desapareció, ya que durante la Guerra de la Independencia las tropas francesas volaron el convento y en las guerras carlistas se vio envuelto en diversos combates, siendo incluso incendiado. Actualmente apenas queda algún elemento de la fortaleza —un muro con remate almenado con dovelas decoradas con escudos—, así como los sótanos de la misma.
Este castillo fue residencia del Baylío de la Orden de San Juan de Jerusalén. Junto al castillo la citada Orden erigió un convento y la iglesia colegiata de Santa María la Mayor. En 1412 en este castillo se firmó el compromiso de Caspe para elegir sucesor a la Corona de Aragón. Primero la guerra de la independencia española y luego las guerras carlistas han reducido el conjunto a la iglesia y fragmentos del castillo. A partir de 2004, ante el progresivo deterioro del castillo, se inicia un proceso de restauración estructurado en varias fases ya finalizado.


Puente de Masatrigos
Puente muy modificado a lo largo del tiempo, presenta un arco central de gran luz y otro más pequeño a su lado; sería construido en época bajomedieval. 

Monumento a Juan Fernández de Heredia, 
importante personaje medieval muy vinculado a Caspe. 
Heredia nació hacia 1310 en Munébrega (cerca de Calatayud), localidad perteneciente a la Corona de Aragón, en la actual provincia de Zaragoza. En 1328 ya era miembro de la Orden de San Juan, siendo freire de la encomienda de Villel. Ocupó su primer cargo de responsabilidad como comendador en la encomienda de Alfambra (1337). Llegó al honor de castellán de Amposta en 1345, la dignidad más alta de la Orden en la Corona de Aragón.2​ En 1355 es prior de la Orden en Castilla.
Fue investido Gran Maestre de la Orden de San Juan del Hospital el 24 de septiembre de 1377 y lo fue hasta su muerte en 1396. Fue enterrado en la colegiata de Santa María la Mayor de Caspe, en un hermoso sepulcro monumental que resultó destruido durante la Guerra Civil.

Obra literaria

La mayor parte de su obra manuscrita fue a parar a manos de don Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, mientras que otros ejemplares recayeron en la biblioteca de Benedicto XIII, el "Papa Luna". Finalmente se conservan en su mayoría en la Biblioteca Nacional y escurialense, hasta donde acabaron llegando desde las colecciones reales. Toda su obra fue vertida en su redacción definitiva al aragonés.

Lo más importante sin duda fue que gracias a la presencia de Heredia en Rodas se encargaron las primeras traducciones de Tucídides y Plutarco a una lengua romance. Y, como observa Luttrel, las traslaciones y compilaciones de Heredia no son la obra de un humanista precoz, sino la de un inteligente bibliófilo apasionado por cualquier aspecto de la historia universal. Si su Grant Crónica de Espania es una compilación de obras familiares a Occidente, en la historia griega no solo utilizó textos vertidos a lenguas vulgares como el Roman de Troie, sino que intentó construir una historia medieval de Grecia, Francia y Bizancio. Y esto es un principio ambicioso para una época en la que Grecia aún no era vista en términos de pasado clásico y su historia era desconocida en Occidente.
Heredia viajó a Rodas en 1354-55 como enviado papal junto a Raimundo Berenguer y Pedro de Cornillán, pero fue durante su segunda estancia entre 1379-82 cuando organizó la producción de su futura obra histórica. El encargo de las traducciones de textos griegos recayó en un primer momento en un salonicense de nombre Demetrio Calodiqui, que aparece mencionado en el prólogo de la versión italiana; este tenía por cometido traducir del griego clásico al griego vulgar, mientras que un segundo personaje, obispo de Adrianópolis, trasladaba el texto del griego vulgar al aragonés.

Obras producidas por Juan Fernández de Heredia
Grant Crónica de Espania, en tres partes (se conservan dos), que es una compilación al modo alfonsí.
Crónica de los Conquiridores, en dos partes, serie de biografías de personajes famosos, que termina por Jaime I el Conquistador.
Crónica o Libro de los Emperadores, traducción parcial de la obra griega Epitome Historiarum de Juan Zonaras.
Crónica de Morea o Libro de los fechos et conquista del principado de Morea, parte traducción y parte elaboración original.
Flor de las Ystorias de Orient, traducción hecha según las versiones catalana y francesa de la obra del monje Haitón de Córico.
Libro de Marco Polo, que recoge los viajes de este aventurero veneciano.
Libro de Actoridades o Rams de Flores, colección de historietas tomadas de la Summa Collationum de Juan de Gales, en versión catalana, y del Valerio Máximo.
Secreto de los Secretos, que es un espejo de príncipes e incluye nociones de fisiognomía.
Ystoria Troyana, basada en la obra de Guido de Columnis sobre la guerra de Troya.
Vidas semblantes o traducción de las Vidas paralelas de Plutarco.
Discursos de la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides, a través de una versión en griego moderno de Demetrio Talodiqui.
Traducción de las Ystorias de Orosio.
Traducción de Eutropio, hecha a base de la historia romana de Paulo Diácono.
Cartulario Magno, que contiene unos tres mil documentos sobre la castellanía de Amposta.
Algunas obras se han perdido, aunque se conoce su existencia por la correspondencia con los reyes aragoneses: unas historias de un monje negro traducidas al catalán y una Summa Historiarum.

Escudo de Caspe
Escudo: cuartelado, primero, segundo y cuarto, de plata una cabeza al natural coronada de oro; tercero, el Señal Real. Timbrado de corona real cerrada.

-------------------------------------------------------------------------------------------------
Cuenta la tradición que Caspe fue fundada por Túbal, hijo de Jafet y nieto de Noé, en la expedición que realizó remontando las aguas del Ebro hasta Logroño.
Habitualmente se ha sostenido que, antes de la conquista romana de Hispania, las tierras que ocupa actualmente el municipio fueron habitadas por los sedetanos, pueblo íbero del siglo III a. C. Sin embargo, recientes investigaciones sitúan en la comarca de Caspe a la tribu de los ausetanos u ositanos, cuya capital, Osicerda, estaría localizada en el Cabezo Palao de Alcañiz. Dicha ciudad-estado y su territorio posiblemente llegaban por el Norte hasta el Ebro y por el Este hasta el río Matarraña, línea fronteriza entre ositanos e ilercavones.
Desde la llegada de los musulmanes en 713 hasta la reconquista cristiana en la primera mitad del siglo XII, las tierras del Ebro constituyeron la Marca Superior de Al-Andalus, sector ocupado por el contingente yemení. En dicho territorio, sobre la población autóctona hispanorromana y visigoda de cristianos y judíos, predominaba la cultura latina; pero a partir del siglo X, se impuso la arabización y la islamización de la población, quedando los cristianos y los judiíos relegados a un pequeño porcentaje.

Entre junio y septiembre de 1169, Caspe fue integrada en la Corona de Aragón por el rey Alfonso II. La conquista de la localidad se llevó a cabo bajo la dirección del conde de Pallars, Arnal de Mir, y de su hijo Ramón, en colaboración con otros señores feudales. En los Anales de la Corona de Aragón de Jerónimo Zurita, se narra lo siguiente:
Por este tiempo se hacía muy gran guerra a los moros que estaban en la región de los edetanos en los castillos y fuerzas que tenían en las riberas del río de Algas... Y se ganó Caspe, lugar muy principal junto a las riberas de Ebro. Y de allí se continuó la guerra por las riberas de Guadalob y del río de Calanda.
Se estima que la cifra de moradores de Caspe, en el momento de la reconquista, pudo ser algo superior a los 1 000 habitantes, siendo su población abrumadoramente islámica. A los musulmanes se les permitió conservar sus prácticas religiosas, si bien tuvieron un año de plazo para abandonar su propia casa antes de trasladarse extramuros. En cuanto a los judíos, aunque no se puede precisar cuando llegaron a Caspe, los que es seguro es que cuando entraron las tropas de Alfonso II ya había judíos en el barrio de La Muela conviviendo con los musulmanes.
La villa pasó luego a poder de la Orden del hospital de San Juan de Jerusalén mediante la permuta realizada con Alfonso II por otros bienes de la orden. Su castillo fue destinado a residencia del bailío del Hospital. La población logró estabilizarse en el último cuarto del siglo XIII, a partir de que Garcelán de Timor fuera nombrado comendador de la bailía de Caspe. La villa, que contaba entonces con unos 1 500 moradores, se expandió desde La Muela hacia el caserío circundante con el castillo de la Orden en la cumbre y la iglesia de Santa María para el conjunto de la comunidad cristiana.​

En 1392, Juan Fernández de Heredia, gran maestre de la orden, compró a la familia Sesé todas sus posesiones en la villa para fundar un convento. Elevó la iglesia a la categoría de Colegiata e incrementó la importancia del Convento Sanjuanista al dotarle de tesoros y reliquias como el «Lignum Crucis». Cuando falleció, su cuerpo fue traído desde Aviñón y enterrado en la iglesia del convento, en un sepulcro que él mismo mandó labrar.

En época medieval, Caspe fue el mayor centro aragonés y uno de los mayores de España en la producción de vidrio. Se sabe de la existencia de una treintena de hornos de vidrio en su término municipal. La gran cantidad de suelos salinos propiciaba el crecimiento de la barrilla, que junto a la calidad y cantidad de la arena, constituían los elementos básicos para la producción de vidrio. Parece que fueron los judíos los primeros implicados en dicha industria, mayoritariamente entre los siglos XIV y XV. Gran parte de los vidrieros pertenecían a las familias más importantes de la localidad.

En el siglo XIV, la peste negra asoló el Reino de Aragón; existe constancia de que la epidemia se instaló en Caspe en 1371, llegando incluso a obligar al traslado de las sesiones de Cortes Generales. Según recogen los Anales de Valimaña, unas 300 personas murieron en la villa víctimas de la mortal enfermedad.
La población fue escenario en 1412 del histórico «Compromiso de Caspe», al haber muerto sin descendencia Martín I de Aragón. El 22 de abril de ese año se iniciaron las deliberaciones de los compromisarios, siendo el 28 de junio proclamado rey Fernando de Trastámara, llamado el de Antequera, como Fernando I de Aragón. Frente a la puerta que da acceso al atrio de la Colegiata de Santa María la Mayor se levantó un estrado desde el que se hizo saber al pueblo la declaración de derecho votada por los compromisarios de los Estados de la Corona de Aragón a favor de don Fernando. Al día siguiente, predicó en la iglesia Fray Vicente de Ferrer, que tomó parte muy activa en las sesiones del conocido Compromiso.

Después del Compromiso, Caspe se mantuvo durante el resto del siglo XV como una pujante villa con sus barrios de la Muela, San Roque y el Pueyo, prosperando una agricultura que se aprovechaba del regadío del Ebro y del Guadalope. ​En esa época contó la villa con la visita del papa Benedicto XIII, más conocido como el Papa Luna, quien vino a arreglar unos asuntos entre su propia familia, los Luna, y los Urrea.
Hasta 1610 las comunidades cristiana y musulmana continuaron poblando la villa. Aunque compartían las tierras del regadío viejo, cada una tenía su propio término municipal, así como sus propios bienes comunales. Ambas eran vasallas de la Orden de San Juan de Jerusalén.

Debido a su situación geográfica, Caspe ha sido una de las poblaciones más afectadas por las distintas contiendas acaecidas en España desde el siglo XVII. En la Sublevación de Cataluña (1640-1652) fue víctima de incursiones y correrías por parte de las tropas franco-catalanas, así como de exacciones fiscales de la monarquía, hechos ambos que repercutieron gravemente en su situación económica. En la Guerra de Sucesión (1701-1711) fue seguidora de la causa borbónica mientras que sus vecinos se decantaron por el aspirante austríaco.
Durante la Guerra de la Independencia, Caspe fue ocupada por las tropas francesas sin apenas resistencia el 4 de marzo de 1809. Abandonada poco después, fue ocupada definitivamente desde junio de 1809 hasta 1813. La figura más importante en ese período fue la del abogado caspolino Agustín de Quinto, afrancesado que colaboró en las tareas de gobierno junto a los franceses. En noviembre de 1810, Suchet le nombró Comisario General de la orilla izquierda del Ebro, convirtiendo a Caspe, gracias a la residencia de Quinto en la localidad, en capital de la mitad inferior de Aragón. Ya al final de la contienda (junio de 1813), el coronel Ramón Gayán llegó a Caspe resuelto a tomar la ciudad a los franceses. Para levantar el asedio, que duró quince días, recurrió a la construcción de dos minas: una, desde la calle de San Juan a las bodegas del Convento, y la otra desde la Revuelta. La explosión de esta última dañó los bajos del Castillo —donde los franceses se habían atrincherado—, pero les obligó a huir a Mequinenza.

Posteriormente, la villa se vio afectada por las Guerras Carlistas, que tuvieron especial relevancia para la población. Ello fue consecuencia de la estratégica localización de la comarca de Caspe, así como de la desamortización de la Orden de San Juan de Jerusalén, que generó el descontento del campesinado ante las expectativas creadas, y de la pérdida de nivel adquisitivo de campesinos, jornaleros y artesanos, debido a la caída del precio del aceite. Estos factores propiciaron que al inicio de la contienda un grupo no muy extenso de caspolinos se fugaran a la facción carlista.

Caspe fue objeto de las incursiones de los carlistas, padeciendo sitios, asaltos y efímeras ocupaciones. En mayo de 1835, durante la Primera Guerra Carlista, el general Cabrera consiguió apoderarse de una parte de la población; en las pocas horas que los carlistas la ocuparon, tomaron un importante botín, saqueando las casas de los adictos a la reina. Al mes siguiente, Llagostera se hizo con el primer recinto urbano, incendiando después la ciudad; un año después conseguía tomarla nuevamente, para abandonarla poco después. En noviembre de 1836 volvía a apoderarse de la localidad, reteniéndola en su poder durante once días. Y en junio de 1837, tropas carlistas tomaron Caspe pero, antes de retirarse, incendiaron la población. De acuerdo a los partes oficiales, ardieron 223 casas, no pudiendo ser sofocado el fuego hasta el día siguiente.13​ Las consecuencias económicas derivadas de estos hechos debieron ser importantes, provocando que en lo sucesivo, cuando había noticias de entrada de carlistas, los habitantes huyeran hacía las huertas.

Pascual Madoz, en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España de 1845, describe a Caspe en los términos siguientes:
Hállase colocada a orillas del río Guadalope, cerca de su confluencia con el Ebro, sobre 3 o 4 colinas pequeñas... La forman 1.500 casas bastante regulares, distribuidas en 70 calles medianamente anchas, 9 plazuelas y una plaza mayor de figura casi circular en el centro de la villa... Tiene también un pequeño fuerte apoyado en la que antes era iglesia parroquial y el convento de San Juan.
En cuanto a su producción señala que:
La principal de estas es la del aceite; se cogen también muchos cereales; la cosecha de vino ha decaído algún tanto y lo mismo sucede con la de la seda. Hay abundantes y exquisitas frutas de todas clases y legumbres y hortalizas; igualmente se da el cáñamo y el lino; se cría ganado lanar y cabrío.
En 1861, en el intermedio entre la Segunda y la Tercera Guerra Carlista, fue cuando Caspe consiguió el título de ciudad. Sin embargo, la inestabilidad política del sexenio revolucionario propició un nuevo auge para las actividades carlistas y, con la proclamación de la Primera República (11 de febrero de 1873), la Tercera Guerra Carlista alcanzó su mayor intensidad. El suceso más notable tuvo lugar en octubre de ese mismo año cuando las tropas carlistas de Vallés entraron en Caspe sin encontrar resistencia alguna; de hecho, 600 caspolinos se sumaron a los carlistas, prendiendo fuego al Castillo de Bailío y al antiguo Convento de San Juan. En febrero de 1874 tuvo lugar una nueva incursión carlista, dirigida en esta ocasión por Marco de Bello, con el fin de recaudar fondos para la compra de armamento y para pagar los uniformes que vestían sus combatientes.

Probablemente el hecho económico más relevante para Caspe en el siglo XIX, fue la llegada del ferrocarril. En junio de 1876, el municipio acordó conceder una serie de privilegios a la compañía que realizase con mayor rapidez el trazado. Así, en septiembre de 1891 se empezaba a trabajar en el término municipal de la ciudad, llegando el trazado a la población el 13 de octubre de 1893.
En 1926 se creó en Caspe la Confederación Hidrográfica del Ebro, organismo que gestiona las aguas y riegos de la cuenca hidrográfica del Ebro, la más importante de las diez que han llegado a crearse en el territorio peninsular.

Ya proclamada la Segunda República Española, en esta ciudad se redactó el Anteproyecto de Estatuto de Autonomía de Aragón de 1936, conocido también como Estatuto de Caspe, que no llegó a ser ratificado por las Cortes al estallar la Guerra Civil Española. Durante la primera parte de la contienda, Caspe fue sede del Consejo de Aragón, órgano de Gobierno creado por los anarquistas en 1936. Esta entidad continuó sus funciones hasta que fue disuelta por las autoridades gubernamentales en el verano de 1937, debido a su independencia del Gobierno republicano. El 4 de agosto el Ministro de Defensa Nacional, Indalecio Prieto, cursó órdenes al Ejército y la 11.ª División al mando del Enrique Líster fue enviada a Aragón, disolviendo oficialmente el Consejo de Aragón el 10 de agosto.​ Dicha disolución tuvo lugar mediante una intervención militar que ocupó Caspe por sorpresa.​ La Federación Local de Sindicatos de la CNT fue tomada por asalto, se concentraron tanques y artillería a la salida de la ciudad y se produjeron algunos enfrentamientos con bajas. Joaquín Ascaso, presidente del Consejo de Aragón, y los miembros anarquistas del mismo fueron detenidos bajo diversas acusaciones.

Con la ofensiva de Aragón en 1938, el jefe de Estado Mayor republicano, el general Vicente Rojo, instaló en esta ciudad su centro de operaciones, concentrando allí a todas las Brigadas Internacionales que le fue posible reunir. ​El 15 de marzo de ese año dio comienzo la batalla de Caspe, cuando tres divisiones franquistas del Cuerpo de Ejército Marroquí alcanzaron los suburbios de la localidad. La 1.ª División de Navarra emprendió el cerco de Caspe,​ estando presentes, en la primera fase de la batalla, las Brigadas Internacionales XI, XIII y XV; en una segunda fase que tuvo lugar en la margen derecha del río Guadalope intervinieron la XII y la XIV. ​Aunque los interbrigadistas, especialmente los de la XV Brigada, desplegaron una fuerte defensa contra los atacantes, al anochecer del 17 de marzo la villa aragonesa fue finalmente conquistada por las tropas de Franco. ​El parte de guerra del bando "nacional" dejaba constancia del hecho con estas palabras:
En la mañana de hoy se ha ocupado la importante ciudad de Caspe, estableciendo además una cabecera de puente 5 kilómetros al Este, a pesar de la tenaz resistencia opuesta por cinco brigadas internacionales.
Después de la conquista, la localidad se convirtió en el cuartel general del Cuerpo de Ejército Marroquí, encargado de la guarnición del río Ebro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario