Situada estratégicamente en la confluencia de los ríos Ésera e Isábena, la villa de Graus cuenta, además de con todos los servicios, con bellos rincones
Vista aérea de Graus
Su Plaza Mayor, rodeada de soportales, donde se encuentra la Casa Consistorial, edificio del siglo XVI de estilo renacentista aragonés. Otros ejemplos de su rico patrimonio son Casa Bardaxí o las Casas Barón y Heredia, correspondientes al siglo XVIII con curiosas pinturas alegóricas en sus fachadas.
Ayuntamiento en la Plaza Mayor
Santuario de la virgen de la peña
Se construyó a mediados del siglo XVI en estilo gótico renacentista sobre la iglesia románica de Santa María. Por encima del santuario, sobre la Peña, se encuentra el Corazón de Jesús y en sus cercanías la ermita de San Pedro. La iglesia parroquial de San Miguel se construyó posteriormente y se encontraba antiguamente extramuros, donde se guarda la imagen de Cristo que San Vicente Ferrer entregó a la villa en 1415. Por último, se fundó en el siglo XVII el convento de Santo Domingo (desaparecido hoy en día) y el colegio de la Compañía de Jesús con su iglesia, del cual solo persiste la iglesia transformada en el centro Espacio Pirineos.
La longaniza de Graus ha adquirido con el paso de los años gran fama motivada, sobre todo, por formar parte del libro Guinness de los récords como la longaniza más grande del mundo. Todos los años se celebra el Día de la Longaniza, proclamada Fiesta de Interés Turístico de Aragón.
Escudo de graus
Sobre un campo blanco-plata una grada en color natural-piedra, que termina en un arco sobre columna y remate en color azul que simboliza el río Ésera. Encima de ella un sol entre dos aspas que represetan las dos montañas entre las que se sitúa el pueblo, la Peña del Morral y la Peña de las Forcas. Entre ambas un círculo que es el Sol.
Graus se encuentra en la confluencia de los ríos Ésera e Isábena; y el barranco de Risal, a poca distancia aguas arriba del embalse de Joaquín Costa, también llamado embalse de Barasona por el pueblo que quedó sepultado bajo sus aguas. Aguas abajo de la confluencia de los ríos, el paso se estrecha entre la peña del Morral y la de las Forcas. No muy lejos también se encuentran las sierras de la Carrodilla, el Torón y Esdolomada. En la propia sierra del Torón, es donde se encuentra el punto culminante de Graus, el Galirón, con una altura de 1430 metros. En todo el término municipal, el suelo predomina rocas volcánicas muy antiguas en que predomina el granito como la roca más destacable, sobre un suelo lleno de depósitos sedimentarios marinos que data del Eoceno y del Oligoceno; debido a corrientes marinas lleno de sedimentos provocando la formación de los flyschs, dentro del término municipal.
Predomina encinares, robledales, enebrales, pinares y tierras de cultivos. Suele tener inviernos muy fríos, y veranos muy suaves; y suele llover en ocasiones.
El término municipal de Graus integra hoy a los pueblos de: Abenozas, Aguilar, Aguinalíu, Bellestar, Benavente de Aragón, Centenera, Ejep, Güel, Juseu, Panillo, Pano, La Puebla de Fantova, La Puebla del Mon, Pueyo de Marguillén, El Soler, La Tosquilla, Torre de Ésera, Torre de Obato, Torrelabad, Torres del Obispo y Las Ventas de Santa Lucía. También están las aldeas deshabitadas de: Bafaluy, Cáncer, Castarlenas, Erdao, Fantova, Grustán, Portaespana y Torruella de Aragón.
El término municipal limita al norte con los municipios de La Fueva, Perarrúa, Santaliestra y San Quílez y Foradada del Toscar; al este con los de Isábena, Lascuarre, Capella y Benabarre; al sur con Peralta de Calasanz, y al oeste con los municipios de Estadilla, Estada, Olvena, La Puebla de Castro y Secastilla.
Historia
Los primeros datos de población de Graus se remontan al Paleolítico como lo demuestran los restos hallados en el yacimiento de Las Forcas, cuyos restos se encuentran en el museo provincial de Huesca. De la época romana no quedan restos y de la islámica solo se conservan restos de una atalaya en la peña del Morral.
Durante la Reconquista, el rey aragonés Ramiro I murió durante el asedio de la población en 1063. Fue su hijo el rey Sancho Ramírez quien la tomó en el año 1083 y la adscribió al monasterio de San Victorián para su reconstrucción y repoblación, lo cual duró hasta 1571. Pedro II trasladó aquí la feria de San Miguel que hasta entonces se venía celebrando en San Pedro de Tabernas.
Iglesia de Santa Cecilia junto al castillo de Fontova, en el despoblado del mismo nombre.
Un hecho fundamental para la tradición local se produjo en el año 1415 cuando, de camino hacia Francia, visitó la villa el dominico valenciano fray Vicente Ferrer, posteriormente canonizado, quien al parecer recaló en Graus invitado por Berenguer de Bardaxí. Ambos habían sido compromisarios tres años antes en Caspe, donde se resolvió de manera pacífica el difícil problema sucesorio de la Corona de Aragón. El santo valenciano predicó aquí con gran éxito y en agradecimiento regaló a la villa un crucifijo que se conserva y se venera en su iglesia parroquial. Las fiestas mayores de la localidad los días 13 y 14 de septiembre están dedicadas a San Vicente Ferrer y al Santo Cristo, en recuerdo de tan celebrada visita y apreciada donación. Junto con el santo vino Pedro Cerdán, fraile dominico al que según la tradición San Vicente Ferrer le devolvió el habla y el oído. Enfermó al llegar a la villa y murió en la misma en 1422 y le enterraron en la basílica de la Peña.
En el siglo XVI se llevó a cabo la primera ampliación, construyéndose casas solariegas como la de Fantón, Solano, Oliván y la Mansión de los Mur. También se abrió la plaza mayor y la calle Fermín Mur y Mur, fijándose por consiguiente el límite de la población en el portal de Linés. A finales de este siglo tuvo lugar en el condado la guerra de Ribagorza, contra los condes de Ribagorza.7 En 1588, Felipe II estableció la celebración de una feria semanal todos los lunes que ha perdurado hasta ahora. A estas hay que añadir posteriormente la ferias de Santa Lucía, otorgada por Carlos II en 1681, y la de mayo (actual Propirineo).
Durante el siglo XVII se sucedieron guerras contra Francia, con lo que Graus se convirtió en punto de paso y proveedor de comida de las tropas. En los años 1651 y 1652 la zona sufrió una epidemia de peste que diezmó a la población. En este mismo siglo se construyó a extramuros el colegio jesuita de la Compañía de Jesús y el convento de Santo Domingo, de los cuales actualmente solo se conserva la iglesia del primero.
En la Guerra de Sucesión a principios del siglo XVIII la población tomó partido por el pretendiente austriaco, al igual que la mayor parte de la Corona de Aragón. Las tropas borbónicas ocuparon la localidad, destruyeron uno de sus puentes y la convirtieron en base para operaciones militares.
Graus a comienzos del siglo XX
Durante la Guerra de la Independencia Graus fue invadida por las tropas francesas y en las posteriores guerras carlistas se produjeron enfrentamientos entre liberales y absolutistas. En 1873 estuvo encarcelado Paul Lafargue, yerno de Karl Marx y propagador de sus ideas, que había huido de la policía francesa atravesando los Pirineos. A finales de este siglo, se produjo una importante emigración a Francia. Es en esta época cuando se realizó la segunda gran ampliación urbana, con la construcción de la calle Barranco.
En el municipio se integraron ya en el siglo XIX Grustán, Portaspana y Torre de Obato, y en la década de 1920, Barasona y Benavente de Aragón.
Al estallar la Guerra Civil, Graus quedó en la zona republicana, con predominio del movimiento anarquista. Se produjo la ejecución de numerosos religiosos y la destrucción de importantes piezas del patrimonio cultural. Posteriormente, en los años 60, sufrió al igual que en el resto del país el éxodo rural hacia las grandes ciudades. En estos años se incorporaron al municipio los términos de Aguinalíu, Panillo, Puebla de Fantova y Torruella de Aragón, y en la siguiente década, Güel y Torres del Obispo.
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