viernes, 4 de octubre de 2019

Alcañiz (Teruel) Aragón

Alcañiz es una localidad y un municipio español de la Comarca del Bajo Aragón, provincia de Teruel. Superficie 472,12 km² 
Población 16029 hab. (2021)
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Vista panorámica de Alcañiz
Vista panorámica de Alcañiz

iglesia de Santa María la Mayor

La iglesia de Santa María la Mayor de Alcañiz (Provincia de Teruel, España) fue colegiata de 1407 a 1851. Del conjunto sobresale la gran torre gótica, principal testimonio del antiguo templo medieval, y la edificación barroca dotada de una fachada de dimensiones catedralicias.



Plaza de España, Lonja y Ayuntamiento

La Plaza Mayor o de España es el centro comercial de la Vieja Villa y uno de los rincones más bellos de la provincia de Teruel. Alberga dos edificios adosados de singular importancia, la lonja y el Ayuntamiento. La primera es de estilo tardogótico y del primer Renacimiento, obra del siglo XV y XVI. El edificio se comunica con la plaza mediante un pórtico abierto por tres altos y espaciosos arcos apuntados, y encima cuenta con una galería corrida de arcos de medio punto que apoyan sobre columnas toscanas y de tipología renacentista. El Ayuntamiento, por otra parte, está adosado a la lonja y hace esquina con ésta. Es un edificio del primer Renacimiento español y muestra un atractivo juego de pisos adornados con vanos de arco de medio punto y adintelados, además de columnas y frontones clasicistas.

Castillo de los Calatravos y Parador Nacional

Perteneció a la Orden de Calatrava. Esta orden militar tuvo un importante papel en la reconquista de la villa en 1157; las dependencias más antiguas datan de los siglos XII y XIII, sobresaliendo la capilla, el claustro y la torre del homenaje con importantes pinturas murales de estilo gótico lineal, de principios del siglo XIV, con temas juglarescos y caballerescos. La fachada es del siglo XVI.

Torre del Homenaje del Castillo de los Calatravos

Fachada principal de la iglesia de Santa María la Mayor

 Fue colegiata de 1407 a 1851. Del conjunto sobresale la gran torre gótica, principal testimonio del antiguo templo medieval, y la edificación barroca dotada de una fachada de dimensiones catedralicias.

Monumento al tambor en la Estanca de Alcañiz



Escudo de Alcañiz.svg
Alcañiz
Escudo de Alcañiz-Teruel. Escudo cortado, 1º de Aragón; y 2º de azur, una torre de piedra terrazada, acostada de dos cañas de sinople, una a cada lado. 




Las primeras referencias confirmadas​ se remontan a 1157, cuando el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, príncipe de Aragón por su matrimonio con la reina Petronila de Aragón, la reconquistara, ampliando su término para hacer frente al azote musulmán, pero no tardó en volver a perderla, hasta la segunda reconquista llevada a cabo por su hijo Alfonso II de Aragón. En 1179 Alfonso II de Aragón cedió el castillo de Alcañiz a la orden religiosa-militar de Calatrava, comenzando así una pugna que duraría siglos entre el concejo y la orden.


Tanto en su historia como en su evolución urbana se aprecia el dominio inicial de la Orden de Calatrava en los siglos XII, XIII y XIV. Esta orden monástico-militar, impuso su modelo de poblamiento e impulsó un primer recinto de muralla, la "muralla alta", cuyo símbolo era el propio castillo. Durante el siglo XV será el concejo medieval quien tome la preponderancia en Alcañiz y todo el Bajo Aragón, gracias en parte al apoyo de diferentes Reyes de Aragón, la aparición de una nobleza local, y el progresivo deterioro de las Órdenes Militares en la Península, tras terminar la Reconquista en 1492. El símbolo del concejo alcañizano serán las Casas Comunes, de las que tenemos un fragmento de mural instalado en el edificio que heredó esta función en el siglo XVI, la actual Casa Consistorial, que junto a la lonja, la creación de la Plaza Mayor (actual Plaza de España), y una ampliación y reordenación urbana, dentro de los límites de un nuevo recinto de muralla del siglo xiv, la llamada "muralla baja", configuran el cambio de una villa medieval calatrava a una ciudad renacentista.

El 26 de enero de 1809 se produjo el sitio de Alcañiz, donde las tropas españolas retiradas del Cordón de Samper defendieron la ciudad frente a las tropas francesas del general Wathier, con 2000 infantes, 500 caballos, 3 cañones y 1 obús, con los que cercó la ciudad. Los improvisados defensores sumaban 1500 hombres, en su mayoría bisoños y mal armados. Salieron a recibir al enemigo 700 paisanos, de los cuales murieron 140, de ambos sexos, en la primera acometida. Poco más tarde el francés se introduce en el casco urbano por la zona del matadero, y durante 3 horas el fuego es vivísimo entre ambos bandos, principales escenarios del combate fueron la calle Mayor y la plaza del Carmen, donde valientes defensores, como Miguel Rufí y Tomás Barreda, disparaban desde sus casas y luchaban cuerpo a cuerpo contra el invasor. Llegados a la plaza de España desde la cuesta de la calle Mayor, los Imperiales se desperdigaron por las principales arterias de la ciudad, como la Calle Blasco, Alejandre y del Carmen. Más de 100 vecinos muertos quedaron desperdigados por las calles ocupadas, el coste para los imperiales fue de unos 400 hombres.

Esta gesta heroica fue bien cobrada por los ocupantes: saqueo, destrucción e incendio de viviendas y monumentos, asesinatos y violaciones por doquier. La orfebrería de plata de la iglesia parroquial fue fundida frente a su portada para transformarse en lingotes y llevarlas a Francia para no recuperarse jamás. Igual suerte corrieron las reliquias de San Vicente Ferrer. Junto con la destrucción del Archivo Municipal. Ejemplos de barbarie durante los meses que permanecieron los franceses apostados en el antiguo Castillo Calatravo. Hasta su retirada hacia Híjar, La Puebla de Híjar y Samper de Calanda el día 21 de mayo ante la nueva ofensiva española comandada por Joaquín Blake, valiente oficial irlandés al servicio de España, cuyo valor y patriotismo fue comparable a su desdichada fortuna en las batallas en las que se batió frente al francés. Se afirma que su única victoria fue la batalla de Alcañiz, sucedida el 23 de mayo de 1809.

Por un lado, Luis Gabriel de Suchet, experimentado mariscal imperial y brillante estratega. Se acerca a Alcañiz para evitar la ofensiva española que se preparaba para liberar Zaragoza del segundo sitio, contaba con 10 000 infantes, 800 caballos y 12 piezas de artillería.

Frente a él se apostaba Blake con tropas valencianas y murcianas. Repartidas entre los cerros de Capuchinos, Perdiguer y Las Horcas. A la vanguardia se encontraba el general Juan Carlos de Aréizaga, en el cerro de Pueyos, con los infantes de Aragón.

Atacó Suchet frontalmente a Pueyos, siendo rechazado. Más tarde embiste el Cabezo Perdiguer y de nuevo Pueyos, con sólida infantería francesa y dos compañías polacas. De inmediato Blake lanza su caballería para rodear a los atacantes, pero se retiran ante cargas de fusilería y caballería imperial. Finalmente, una fuerte columna francesa de 2000 infantes de reserva se lanzó por la huerta hasta el cerro de las Horcas, pero fueron barridos por la eficaz artillería española que mandaba con enorme acierto y grandes dosis de valentía el brigadier Martín García-Loygorri e Ichaso, que los puso en desbandada, provocando su retirada precipitada hacia Samper de Calanda, dejando más de 1000 muertos y 40 prisioneros sobre el terreno; los españoles sufrieron 300 bajas, entre muertos y heridos. Y tan diezmados quedaron que no se atrevió Blake a perseguir al enemigo, camino de Zaragoza.

Más tarde, las derrotas de Blake en María de Huerva y en Belchite, provocaron una nueva ocupación francesa de Alcañiz, que perduró hasta el 11 de julio de 1813, cuando el 1er Regto. de línea Italiano evacuó el Castillo Calatravo, destruyendo sus defensas, incorporándose en Caspe a la división Musnier en retirada hacia el norte.

Como importante nudo de comunicaciones entre Aragón, Cataluña y Valencia, sólo decir que el mariscal Suchet tuvo la ciudad a menudo como centro de operaciones, donde publicó varias disposiciones sobre el reino de Aragón, y mantuvo casi permanentemente una guarnición de 2000 hombres, sobre una ciudad ocupada que sumaba en 1810 poco más de 4000 almas.

Tras la evacuación se vio el coste de la ocupación francesa: destrucción y saqueo del Sepulcro de Lanuza, en la Iglesia Románica del Castillo Calatravo; desaparición de reliquias de todos los conventos e iglesias de la ciudad, salvo contadas excepciones escondidas por religiosos y vecinos; voladura del convento de Carmelitas en el barrio de Almudines, desaparición de las Iglesias de San Pedro y San Juan, del Calvario y la Ermita de la Encarnación, etc. Se calcula que más de un tercio del casco urbano desapareció durante la ocupación. Además de dos saqueos generales que tuvo que sufrir la ciudad. De una población de 7000 habitantes a principios del siglo xix, se pasó a 1700 vecinos en 1813. El desastre no fue menor al de Zaragoza, aunque sí mucho menos conocido. Según Eduardo Jesús Taboada: "había en Alcañiz un montón de ruinas, poca gente y mucha miseria, su riqueza, sus archivos y sus títulos, todo había sido pasto de las llamas". Por su resistencia al invasor en esta guerra, le fue concedida a la ciudad el título de "Muy leal".

Tras la contienda, el escultor alcañizano Tomás Llovet realizó varios trabajos en la ciudad, como la construcción del retablo mayor en mármol de la entonces Colegiata de Santa María la Mayor (1818), o reparaciones en el Santuario de Nuestra Señora de Los Pueyos.

La huella de la guerra tardaría décadas enteras en borrarse, a lo que se sumó el sitio del general Ramón Cabrera en 1838 al frente de los carlistas. Donde, apostando baterías en el Cabezo del Cuervo, trató de hacer brecha para penetrar en la ciudad, lo intentaron los Carlistas por el Claustro de San Francisco, en ese momento usado como Hospital. Siendo finalmente rechazados por las tropas leales al gobierno Isabelino. Aún se podían ver los disparos de este combate en las paredes del extinto claustro hace pocos lustros. Uno de los principales cabecillas de las Guerras Carlistas fue el General Manuel Carnicer, alcañizano, quien tras ser denunciado fue capturado y ejecutado cuando realizaba un viaje de incógnito, pasando el mando de los carlistas en Aragón a su segundo, José Ramón Cabrera Griñó.


La ciudad sufrió tres sitios durante las guerras carlistas, 1838, 1847 y 1874; por resistir los asaltos de los carlistas y permanecer leal al gobierno Isabelino, el rey Alfonso XII le concedió el título de "Heroica".

A finales del siglo xix una pequeña burguesía comenzaba a aflorar en la ciudad, fruto de ello fue la construcción del Teatro Municipal, fechado en 1872. En 1895 se hace realidad la inauguración del primer tramo del ferrocarril del Val de Zafán (32 kilómetros entre la Puebla de Híjar y la ciudad) y que en 1942 llegaría hasta Tortosa, al sur de Cataluña. En la actualidad es una vía verde de 110 kilómetros de recorrido (Bajo Aragón-Matarraña-Tierras del Ebro). Durante el primer tercio del siglo xx continuó el progreso industrial de Alcañiz, con aceiteras, fábricas de chocolates, comercios textiles, talleres de maquinaria, y muchas otras industrias.

A su vez, la sociedad española en todo el espectro político era consciente de la corrupción del sistema bipartidista y la necesidad de unas reformas que aliviasen las condiciones miserables de la clase baja.

En una situación muy distinta de la actual, donde el aislamiento geográfico convertía las distancias en barreras, la Iglesia Católica, muy conservadora, creó en ciudades como Barcelona o Zaragoza las cajas de ahorros y centros educativos donde enseñar un oficio a los jóvenes sin recursos. Entre los habitantes desfavorecidos de la zona cercana a Alcañiz y las comarcas rurales próximas de Tarragona y Castellón, era fácil el apoyo a las ideas más cercanas del regeneracionista aragonés Joaquín Costa, partidario de la educación pedagógica de la Institución Libre de Enseñanza dirigida por Francisco Giner de los Ríos, del colectivismo agrario y contrario al analfabetismo y el caciquismo, en un pensamiento compartido por el anarquismo obrero que poco después se instaló en los núcleos rurales y adoptó además muchos de los planteamientos de Costa, experiencias de colectivización y otras de amor libre en plena Guerra Civil Española, cuya represión influyó en el pensamiento y las penalidades de los niños de la posguerra. Luis Buñuel por ejemplo, procedía de la cercana Calanda y Eliseo Bayo de Caspe.

Resultaron premonitorios los artículos aparecidos de las repercusiones que la Semana Trágica de Barcelona del verano de 1909 iban a traer a Alcañiz y sus alrededores, sobre todo al Bajo Aragón. En agosto de 1909 el Heraldo de Aragón y El Noticiero, ambos con sede en Zaragoza se quejaron de la llegada de sujetos anarquistas que podía pervertir los sentimientos de la cristiana y pacífica ciudad de Alcañiz: Procedentes del tren mixto de Barcelona, descendieron en la estación de La Puebla de Híjar seis viajeros custodiados por doce guardias civiles, al mando de un sargento; cinco hombres y una mujer, Soledad Villafranca, la compañera (y viuda) del político anarquista Francisco Ferrer Guardia, director de la Escuela Moderna de la ciudad condal, ejecutado por el gobierno de Maura. Fue un destierro forzado y expresamente constaba que "Los confinados gozarán en Alcañiz de libertad personal pero no podrán salir más allá de un radio de cinco kilómetros alrededor del casco de la ciudad". Los hombres eran José Casasola, Anselmo Lorenzo, profesores de la Escuela Moderna de Barcelona y el último propagador del anarquismo de Bakunin en España y fundador de la Sección Federal Española de la A.I.T. y del periódico Solidaridad Obrera, José Robles Pazos, Mariano Bitiori y José Ferrer, hermano del director ejecutado. María Foncuberta, esposa de José Ferrer, era también fundadora de la Sección Federal Española de la A.I.T. y del periódico Solidaridad Obrera y se instaló con su esposo. Poco después llegaron cuatro desterrados más, compañeros de José Robles, vigilados por tres agentes de policía.

En 1936, durante la guerra civil, fue una de las colectividades españolas más importantes llevadas a cabo por los anarquistas de la CNT. No sólo se colectivizaron las tierras, sino que se emprendieron labores colectivas o recuperación de hospitales, así como la fundación de escuelas. Estas obras serían destruidas durante la guerra por las tropas franquistas (Fuente:Confederación Nacional del Trabajo).[cita requerida] También en 1936 los anarquistas de la CNT asesinaron entre otros a los escolapios del Colegio San Valero de las Escuelas Pías de Alcañiz,7​ que desde el año 1729, venían dando educación gratuita a los más pobres de la ciudad.7​


Viviendas en la localidad

En 1938, el día 3 de marzo a las 16:10 horas, cuando la ciudad estaba bajo mando republicano, sufrió un fuerte ataque aéreo del bando nacionalista. Aviones italianos aliados del bando del general Franco, ensayaron sus armas aéreas, que más tarde utilizarían en la 2ª Guerra Mundial, tanto contra las tropas militares, como contra los ciudadanos de Alcañiz, provocando un cientos de muertos entre la población civil, que no pudo protegerse del ataque. Los 15 bombarderos Savoia 79 lanzaron 120 bombas de 50 kilos y 50 bombas de 100 kilos; tras el bombardeo los 3 cazas hicieron pasadas ametrallando a la población. Los dos hospitales con capacidad para 400 pacientes no pudieron acoger a tantos heridos y tuvieron que derivarlos a poblaciones cercanas. A los 11 días la legión italiana entró desfilando victoriosa. Este acto fue silenciado por los dos bandos. El bando franquista, por no mostrar cuan cruenta fue la acción; y los republicanos, por no desmoralizar a sus tropas en combate. Salió a la luz recientemente con la publicación del libro 1938, El bombardeo olvidado de José María Maldonado. El 14 de marzo de 1938, durante la ofensiva del Ebro, el CTV italiano, junto con fuerzas españolas, tomó la ciudad para el bando sublevado.

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