domingo, 12 de marzo de 2023

TERUEL (ARAGÓN)


Teruel es una ciudad española situada en el sur de Aragón, en la zona centro-oriental de España. Es la capital de la provincia con el mismo nombre y posee un importante patrimonio artístico mudéjar (parte del cual ha sido reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad). Con 35.675 habitantes en 20143 (INE), es la capital de provincia menos poblada de España. Se encuentra en la confluencia de los ríos Guadalaviar y Alfambra formando así el rio Turia. Situada a una altitud de 912 m.

 

Plaza del torico
Se llama Plaza del Torico porque en su centro hay una columna en cuya cumbre se encuentra un toro de pequeño tamaño con una estrella. Es una fuente que, en su parte inferior, cuenta con cuatro caños con forma de cabeza de toro. Fue creada a mediados del siglo XIX (en 1858) en sustitución de una anterior, del siglo XVI, obra de Pierre Vedel, el ingeniero que se ocupó de la canalización de agua de Teruel.

La leyenda del Torico de Teruel
Al parecer, en el siglo XII, durante la Reconquista, el rey Alfonso II fue tomando poblaciones hasta llegar a lo que ahora es Teruel. Ordenó entonces a sus tropas que permanecieran a la defensiva, mientras él, con unos cuantos hombres, seguía batallando en las montañas. Esas tropas le desobedecieron y, en lugar de permanecer a la espera, siguieron a un toro bravo guiado por una estrella desde el cielo. La leyenda dice que un sueño premonitorio les había indicado que lo siguieran porque, en el lugar en que se detuviera, debían fundar una nueva población. El ejército se hizo con la fortaleza de Teruel y dejaron su estandarte en ella. Toda esta historia está representada en una parte del escudo de Teruel, en la que se muestra justamente un toro que lleva encima una estrella.


Vista panorámica





Catedral de Santa María de Mediavilla
Su torre, datada en 1257, pertenece al modelo torre-puerta, de gran trascendencia en el arte turolense y es uno de los primeros monumentos del mudéjar aragonés. Tienen planta cuadrada y tres cuerpos, con arcos entrecruzados y profusión de elementos de cerámica.
















La ciudad de Teruel es un ejemplo de los más representativos que se pueden encontrar del arte mudéjar aragonés y español. Tal es así, que el mudéjar turolense fue reconocido en 1986 por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Cualquier visitante que guste de lo bello disfrutará sin duda contemplado estas maravillas.
Las torres más antiguas, San Pedro y la Catedral,  son de mediados del siglo XIII. De similar tamaño, su decoración es sobria en comparación con las que se levantaron posteriormente y tiene una clara influencia románica. El exterior del ábside de San Pedro posee una gran belleza y está rematado por unos pequeños y esbeltos torreones. De la Catedral, declarada Monumento Nacional desde 1931, el elemento de construcción más significativo es su techumbre de madera con unas valiosas pinturas.
Ya en el siglo XIV, se levantaron las torres de El Salvador y San Martín. A su construcción se le adjudica una hermosa y trágica leyenda de amor que cualquier turolense sabe contar. Ambas son de mayor tamaño que las anteriores y poseen una exuberante riqueza decorativa. En ellas aparecen ya con claridad los rasgos góticos.
En época renacentista, sobre el crucero de la Catedral se levantará un hermoso cimborrio mudéjar de gran esbeltez. De la misma época es la torre de la Merced en el arrabal turolense. Tal importancia tuvo para la ciudad el mudéjar que, cuando a comienzos del siglo XX surgió el modernismo, esté se inspirará en él en gran medida dando lugar a lo que se conoce como neomudéjar.




PLAZA DEL TORICO
Centro neurálgico de la ciudad desde sus orígenes medievales. Antiguamente denominada plaza Mayor o del Mercado. De ella parten ocho calles, siendo su punto más emblemático la pequeña escultura del Torico (1858), elevada sobre un alto pedestal, en donde, además, está la fuente central. 



LOS AMANTES DE TERUEL
La historia se desarrolla en el Teruel del siglo XIII, cuando la ciudad era una plaza de frontera frente a las taifas musulmanas de Levante. Juan Diego Martínez de Marcilla e Isabel de Segura, enamorados desde jóvenes pretenden casarse, pero don Pedro, el padre de la novia se opone por motivos económicos. Ella es una rica heredera y él es el hijo segundón de una familia y apenas cuenta con herencia. El Marcilla consigue de la familia de la novia un plazo de cinco años para hacer fortuna y parte a la guerra, único modo de conseguirla en aquella época. Mientras, Isabel quedará esperándolo en la ciudad.
Fue pasando el tiempo y a Teruel no llegaban noticias del joven caballero, que tras muchas batallas iba acumulando la fortuna necesaria para presentarse ante la familia de su amaba y lograr el consentimiento para la boda. Ni uno solo de los días que pasaban dejó don Diego de pensar en Isabel, ni la dama dejó de hacerlo en el caballero. Ante la falta de nuevas, el padre de la novia pensó en buscar para su hija algún ricohombre con quien casarla y puso los ojos en don Pedro de Azagra, hombre poderoso y hermano del  Señor de Albarracín.
Poco antes, Juan Diego de Marcilla, que ya había conseguido suficiente riqueza en la guerra, se puso en camino para llegar a Teruel en la fecha que el plazo terminaba. Ese mismo día, las familias de Azagra y de Segura habían celebrado las nupcias de sus hijos y cuando el amante cruza con su caballo el portal de la Andaquilla tuvo noticia de la boda. Desesperado, escaló esa misma noche la casa de los recién casados  y entrando en los aposentos de la novia le pidió un beso que ella, como mujer casada, le negó. Ante el dolor que el hecho le produce, don Diego cae muerto.
Al día siguiente, mientras se celebrada el funeral, doña Isabel se levantó de su asiento en la iglesia y se acercó al cuerpo. Quitando el velo que cubría el rostro del Marcilla le dio el beso que en vida le había negado. Al instante cayó muerta sobre el cuerpo de su amado. Cuando la ciudad tuvo noticia de los hechos, sus familias decidieron enterrarlos juntos. Desde entonces, la Historia los conocerá como los Amantes de Teruel.
Hoy pueden visitarse sus restos, bajo unas magníficas esculturas de Juan de Ávalos, en un mausoleo adosado a la iglesia de San Pedro. Decenas de miles de visitantes de todas partes del mundo llegan al lugar a rendirles un sentido homenaje.
Fundación Amantes de Teruel: www.amantesdeteruel.es





 Dinópolis (Teruel) es un parque paleontológico donde el visitante vive de cerca el apasionante mundo de los dinosaurios. Para ello, este parque único en Europa, nos propone un recorrido de 4.500 millones de años a través de atracciones como los recorridos temáticos de ‘El Viaje en el Tiempo’ o ‘El Último Minuto’, del simulador virtual 4D ‘Terra Colossus’, La Paleosenda, el Cine 3D, el Sauriopark, la zona temática de ‘Tierra Magna’ en la que poder ver entre otros, a un Torvosaurus en posición de ataque, un espectacular megacarnívoro. Pero la aventura no acaba aquí, dado que en Dinópolis también se pueden disfrutar de espectáculos de animación como el ‘show del T-rex’, uno de los animatrónicos más sofisticados del mundo que recrea con asombrosa precisión a este temible dinosaurio. Un centro que nos permite disfrutar asimismo, de un espectacular Museo Paleontológico con más de 1.000 piezas entre fósiles originales y réplicas a tamaño real. Muchos de estos fósiles han sido hallados en la provincia de Teruel, como es el caso de los huesos originales de Turiasaurus riodevensis, el dinosaurio más grande de Europa descrito hasta la fecha y uno de los más grandes del mundo, con casi 30 metros de largo y 30-40 toneladas de peso; así como, el primer esqueleto original de dinosaurio montado en nuestro país, correspondiente a Proa valdearinnoensis, un inusual iguanodontio basal, ambos descubiertos y descritos por los paleontólogos de la Fundación Dinópolis y claros ejemplos de las piezas exclusivas y de gran importancia paleontológica que se exponen en dicho museo. Entre las réplicas, destacan la de un Brachiosaurus de más de 24 metros de largo y 12 metros de altura o de un Tyrannosaurus rex en posición de ataque, entre otras. Un parque que combina ciencia y ocio a la perfección, en el que grandes y pequeños aprenden y disfrutan al mismo tiempo.









 PARQUE DE ATRACCIONES AL AIRE LIBRE













Iglesia y Torre de San Salvador

La iglesia data de comienzos del siglo XIV, aunque debido a un derrumbamiento fue reconstruida en 1677. Es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón.

Las bodas de Isabel de Segura
Mausoleo de los Amantes
La amistad entre dos niños de Teruel, Juan Diego de Marcilla e Isabel de Segura, se convirtió temprano en amor. Rechazado por la familia de Isabel por carecer de bienes de fortuna, el pretendiente logra un plazo de cinco años para enriquecerse y parte a la guerra. A su regreso, suenan en la ciudad campanas de boda; Isabel va a casarse con el señor de Albarracín. El enamorado se introduce furtivamente en casa de su amada y le pide un beso, el último beso. Ella se lo niega y el joven muere de dolor. Al día siguiente se celebran los funerales en San Pedro. Una mujer enlutada y con la cara cubierta por un velo se acerca al féretro, besa al difunto y muere junto a él. Es Isabel de Segura, que va a darle a Juan Diego el beso que le negó en vida. Data esta historia del siglo XIII. Años más tarde, en 1555, se descubrieron las momias de los amantes enterradas en la capilla de San Cosme y San Damián.

Juan de Ávalos esculpió las estatuas yacentes bajo las que reposan las momias. La fría serenidad de Los Amantes, cuyas manos no llegan a juntarse, es símbolo de un amor imposible que desborda los conceptos humanos. Las bases estás moldeadas en bronce: Un ángel –que simboliza la obediencia- en el sepulcro de Isabel; un león –símbolo de la valentía- bajo el sepulcro de Diego.


Aljibe Medieval 
Acueducto de Los Arcos
En 1551 el Concejo de Teruel encargó el reinicio de la construcción de la Traída de Aguas a Quinto Pierres Bedel, arquitecto de origen francés  contaba con 140 arquetas y dos minas subterráneas.

Para salvar el barranco que delimitaba por el Noreste la Ciudad, último gran obstáculo orográfico, Bedel diseñó Los Arcos, estructura que da nombre a toda la Traída. 

En medio de una gran expectación popular, el agua llegó a la Fuente de la Plaza Mayor en 1558. En los años siguientes se fue completando la trama urbana de la Traída, hasta instalar un total de 14 puntos de agua, alimentados por una conducción de casi 2500 m, realizada con unos 6500 arcaduces de cerámica y que integra una mina, siete grandes arcas (alguna de considerables dimensiones)

Parque Dinópolis
Formado por un gran parque central en Teruel y siete centros más en siete localidades de su provincia, Dinópolis combina ciencia y diversión para que vivas de cerca el fascinante mundo de los dinosaurios. Un recorrido de 4.500 millones de años en el que escucharás los primeros latidos del corazón de la Tierra, descubrirás cómo surgió la vida y con ella las criaturas más extraordinarias que jamás han existido... ¡ Los dinosaurios !... 

Ayuntamiento

Plaza de toros



Escudo de Teruel
Escudo partido, de oro con cuatro palos de gules; y de azur con un toro pasante de oro sobre tierra de sínople y surmontado de una estrella de ocho puntas del mismo metal. Entado en punta de gules un cañón de plata y un obús del mismo metal, puestos en aspa, sobre una pila de balas, de sable, y surmontados de una granada, de lo mismo, encendida, de gules.

El timbre, corona real, abierta y sin diademas que es un círculo de oro, engastado de piedras preciosas, compuesto de ocho florones, visibles cinco, interpolados de perlas.

En campo de oro con cuatro palos de gules es el escudo de Aragón. El cañón, el obús, la granada y las balas fueron incorporadas al escudo en reconocimiento a la defensa de la ciudad por parte de sus habitantes durante el sitio al que la sometieron las tropas del Teniente General Manuel Enna en 1833, durante las Guerras Carlistas.


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Para los fenicios su nombre era Thorbat o Thorbet, palabra que podía proceder del hebreo Thor y bat, que significa Domus tauri (señor dios toro).​ Para los celtíberos era Turba,  y para los latinos Túrbula; así la llamaba Ptolomeo.

Teruel estuvo poblada desde los tiempos de los celtíberos, los cuales llamaban al lugar Turboleta. El topónimo Turboleta podría venir del término vasco-íbero itur + olu + eta (lugar de fuente, manadero), según la teoría del vascoiberismo. Hay restos en el yacimiento del Alto Chacón. La zona fue ocupada posteriormente por los romanos, quedando restos en poblaciones cercanas, como los de Cella.
El 1 de octubre de 1171 el rey aragonés Alfonso II tomó Tirwal con la intención de reforzar la frontera meridional de su reino, que consideraba amenazada por la toma de la ciudad de Valencia por los almohades. Y en ese mismo año fundó la ciudad de Teruel, dotándola de fueros y privilegios para facilitar de este modo la repoblación de la zona.

Hay que destacar por su importancia histórica que, en el torreón del Cubo, junto a la desaparecida puerta de Zaragoza, se encuentran las más antiguas barras de Aragón que se conservan,significando así Alfonso II el Casto, al esculpir sus cuatro barras de gules en piedra al amurallar Teruel, que era una villa de realengo.

La fundación de Teruel supone un cambio sin precedentes en la estructura política y territorial del sur de Aragón, ya que el predominio del Albarracín y la Alfambra de época musulmana será sustituido por el de la nueva fundación, Teruel en especial, en detrimento de Alfambra, que quedará en un segundo plano bajo la fórmula jurídica de señorío.​

Según una leyenda, para fundar la nueva ciudad los sabios y las gentes principales de la villa se reunieron y buscaron diversas señales y presagios, encontrando favorable el que un toro mugiera desde un alto (que se correspondería con la plaza principal actual, la del Torico) y que sobre el toro brillara una estrella. De este encuentro toma, según algunos autores, su nombre la ciudad, ya que provendría de juntar en una palabra el vocablo "toro" y el nombre de la estrella, "Actuel", formando de este modo la palabra "Toroel", y después "Toruel". De este fortuito encuentro procedería también el símbolo del toro y de la estrella, que se puede observar tanto en la bandera como en el escudo de la ciudad, además de en el monumento de la Vaquilla (en el que se observa a un vaquillero enfrentándose a un toro y a un ángel situándole la estrella al toro).

Tras su fundación y repoblación, se constituyó la comunidad de Teruel, conjunto de aldeas del entorno de la localidad.

Los habitantes de Teruel intervinieron en la conquista de Valencia, que estaba en poder de los musulmanes, y en la guerra de los Dos Pedros contra Castilla, siéndole otorgada a la población el título de ciudad en 1347 por Pedro IV de Aragón, por su colaboración en las guerras de la Unión. Hay que destacar la considerable importancia que alcanzaron las comunidades judía y mudéjar dentro de la vida social y económica de la ciudad, desde que se consolidaran sus aljamas hacia finales del siglo xiii. Es notable el caso de la Judería de Teruel, que conserva todavía su topónimo, y de la que se han localizado abundantes restos arqueológicos.
El acueducto de los Arcos, la obra de ingeniería más relevante del Renacimiento turolense, fue construido entre 1537 y 1558.

Uno de los hechos más relevantes de la historia de la ciudad se produjo en las llamadas Alteraciones de Teruel y Albarracín. Durante el reinado de Felipe II, el Tribunal de la Inquisición cometía constantes contrafueros, por lo que no fue aceptado por estas poblaciones, provocando frecuentes algaradas populares, a veces con violencia hacia los inquisidores. En el año 1572 se produjeron tales altercados que el rey, ejerciendo su autoridad, mandó un ejército castellano al mando del duque de Segorbe a invadir Teruel. Hubo combates durante varios días al estar la ciudad fortificada, pero finalmente la plaza se rindió el Jueves Santo de aquel año. Durante una semana se ajustició a los cabecillas en los jardines del Barón de Escriche, actual plaza de San Juan. Este hecho desacreditó enormemente la foralidad aragonesa.

A comienzos del siglo XVIII, durante la Guerra de Sucesión, la ciudad se alineó con Felipe V.
Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) Teruel recibió órdenes del capitán general de Aragón, José Rebolledo de Palafox para levantarse en armas contra los franceses. Sin embargo, pocos meses después y con escasa resistencia, fue ocupada por fuerzas imperiales al mando del mariscal Suchet, las cuales mantuvieron la plaza bajo su poder hasta su retirada en 1813. Los franceses volaron varios edificios civiles y conventos de la capital, quedando como herencia de estas destrucciones los actuales espacios abiertos de la plaza del Seminario y el Óvalo. En 1817 se ejecutaron obras de reparación en el Seminario, que había sido sede de la guarnición francesa durante la guerra.

Durante las Guerras Carlistas la capital se mantuvo fiel a los gobiernos liberales frente al poder carlista del Maestrazgo, sin ser nunca amenazada por las tropas del general Cabrera. Por contra, de Teruel salieron expediciones para rechazar el acoso carlista sobre la Tierra Baja y para acudir en socorro de la sitiada Alcañiz en 1838. Durante la Tercera Guerra Carlista la ciudad fue atacada por Marco de Bello y el pretendiente Alfonso Carlos con numerosas tropas, pero fracasaron y solo consiguieron penetrar en los arrabales de la ciudad.

En 1858 se construyó la actual fuente del Torico, el icono de la ciudad. A finales del siglo XIX, Teruel gozó de una cierta prosperidad, propiciada por la pequeña burguesía que la habitaba. Fruto de este periodo de prosperidad son las obras modernistas que salpican el casco urbano, datadas a principios del siglo XX. Fue por estas fechas (1901) cuando llegó el ferrocarril a la ciudad.

Guerra Civil
Teruel adquirió fama durante la Guerra Civil al ser el escenario de la batalla de Teruel. En julio de 1936 la sublevación franquista triunfó en Teruel, al igual que en el resto de capitales aragonesas, gracias al apoyo de la Guardia Civil y la Guardia de Asalto de la ciudad. La llegada de columnas frentepopulistas desde Levante hizo, sin embargo, que permanecieran en manos de la República la mayor parte de los territorios circundantes, quedando el frente estabilizado durante casi año y medio, pese a las múltiples ofensivas republicanas .

En diciembre de 1937, con el fin de aliviar la presión que las tropas nacionales ejercían sobre Madrid, el alto mando republicano reunió doce divisiones, con más de 110 000 hombres encuadrados en tres cuerpos de ejército, que debían reducir el saliente que para el frente de guerra suponía Teruel, y la amenaza que representaba para el Levante, en poder de la República. La primera parte de la operación fue un éxito, pues Teruel fue la única capital de provincia conquistada por la República en el transcurso de la Guerra.

Las tropas republicanas, al mando del general Vicente Rojo, comenzaron su ofensiva el 15 de diciembre de 1937, por la zona de Corbalán, con bombardeos aéreos a nudos de comunicaciones y al casco urbano turolense, hasta llegar a posiciones cercanas a la capital. Por otro lado, el coronel Domingo Rey d'Harcourt preparó la defensa con sus escasos efectivos, que no alcanzaban los 5000 hombres, concentrándose en puntos fuertes de la ciudad, como el edificio de la Comandancia, en la plaza de San Juan, y el seminario. Numerosos vecinos acudieron a guarecerse en él. Llegaron a más de 1500 los civiles y a 1759 los militares, con otros 1059 que se agregaron desde otras posiciones, que se aprestaron a la defensa. Al llegar a los aledaños de la capital, las fuerzas de la República iniciaron una gran preparación artillera sobre el centro de la ciudad, reduciéndola a escombros en las zonas centrales. Fueron muchos los combates cuerpo a cuerpo dentro del centro urbano, en los que bastantes civiles se vieron implicados.

El ejército sublevado reaccionó con presteza para socorrer a los sitiados, pero las bajas temperaturas y una gran tormenta de nieve que imposibilitó las operaciones, impidieron a las fuerzas del general Aranda penetrar en la ciudad y romper el cerco republicano, por lo que los defensores rindieron la ciudad el 8 de enero de 1938. En esta capitulación las fuerzas republicanas tomaron como prisioneros, entre otros, al coronel Rey d'Harcourt y al obispo de la diócesis de Teruel-Albarracín, Anselmo Polanco. Ambos fueron asesinados un año más tarde, casi al final de la contienda y en plena retirada de Cataluña, el 7 de febrero de 1939, en la localidad gerundense de Pont de Molins por fuerzas bajo el mando de Enrique Líster.

La respuesta de las fuerzas nacionales había continuado el 31 de diciembre con ataques bajo la dirección del general García Valiño. El 2 de enero los atacantes tomaron posiciones en los alrededores de la ciudad, aunque hasta el 7 de febrero no consiguieron internarse en ella. Con una fuerte ofensiva artillera y el apoyo aéreo por parte de la Legión Cóndor (en la batalla de Teruel se utilizó por primera vez, y como preludio de lo que ocurriría en la Segunda Guerra Mundial, el avión alemán Ju-87 Stuka), cerraron el sitio hacia el día 20. A pesar de los esfuerzos republicanos, el 22 la rendición fue total, con la toma de más de 15 000 prisioneros y abundante material bélico. De esta manera se volvió a un estado en el frente similar al anterior a la operación, con Teruel recuperada para los nacionales y unas pérdidas muy acusadas en hombres y material para la República, que no consiguió sus objetivos iniciales, sino solamente retrasar la actuación de Franco sobre Madrid, que se decantó por actuar en Levante, partiendo poco después el territorio republicano.

Finalmente, con la nueva ofensiva nacional en Aragón hacia el Mediterráneo, en marzo de 1938, aprovechando la acumulación de fuerzas en Teruel, el frente se alejará de la capital y poco a poco se irá normalizando la vida en la castigada ciudad, la cual quedó prácticamente destruida después de dos severos sitios.

Recién terminada la contienda comenzaron los trabajos de reconstrucción a cargo de la Dirección General de Regiones Devastadas. Su actividad duró hasta mediados de los años cincuenta, en los que se aprovechó para dotar a Teruel de mayores espacios abiertos y racionalización de calles. Sus principales actuaciones se plasman en el Seminario y aledaños, la calle y plaza de San Juan y el conjunto del Óvalo.

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